Cada 26 de octubre, Palestina celebra un día lleno de dignidad y orgullo: un día en que el país honra a uno de los colectivos más bellos y más fuertes, y revive la memoria del camino recorrido por la mujer palestina, que nunca estuvo al margen de la historia, sino en su corazón palpitante. Es el Día de la Mujer Palestina, una jornada que no celebra solo la feminidad, sino también el heroísmo, la firmeza y la capacidad extraordinaria de transformar el dolor en energía que ilumina los caminos.
El origen de este día se remonta a 1929, cuando las mujeres palestinas se reunieron en Jerusalén por primera vez en un congreso nacional femenino, el primero de este tipo del mundo árabe. Más de doscientas mujeres de distintas ciudades y aldeas se unieron para alzar su voz contra el Mandato Británico, contra la Declaración Balfour y contra las políticas de asentamientos y desplazamiento, exigiendo libertad, justicia e igualdad.
Aquel momento histórico fue la chispa que encendió una larga marcha de conciencia feminista y nacional, marcando el nacimiento de un movimiento de mujeres palestinas pionero, que desde sus inicios, comprendió, que la defensa de la patria está vinculada de manera inseparable a la defensa de la mujer, y que su voz late al unísono de la voz de Palestina.
Desde aquel comienzo, la mujer palestina ha continuado su camino en los campos de la lucha, la educación y el trabajo, cargando a la vez con las preocupaciones del país y de la sociedad. En cada etapa de la historia palestina, la mujer ha estado presente: en las primeras manifestaciones contra la ocupación británica, en la gran revuelta de 1936, en el exilio, la nakba y la naksa, en las dos intifadas, y en cada momento de dolor y esperanza.
Ha sido la madre que despide a sus hijos en las cárceles tras haber sembrado en ellos el amor por la libertad; la maestra que devuelve al niño oprimido su sueño; la médica que salva vidas en medio del asedio y la guerra; y la voz que ha llevado el nombre de Palestina a los foros internacionales para recordar al mundo que la justicia no muere, por mucho que tarde en llegar.
La mujer palestina ha enfrentado desafíos que pocas mujeres en el mundo han conocido. Entre los muros de la ocupación, las restricciones sociales y las dificultades de la vida cotidiana, se ha mantenido erguida, sin pedir clemencia ni privilegio, sino reconocimiento de su dignidad como ser humano pleno, y de su derecho a ser protagonista y socia en la construcción del destino común. Es la mujer que dirige su hogar bajo el bloqueo, que edifica su futuro junto al muro, que cultiva la tierra a pesar de las confiscaciones y que siembra en sus hijos el amor por la vida frente a la muerte.
Por ello, no fue extraño que el Consejo de Ministros Palestino, en 2019, declarara el 26 de octubre como Día Nacional oficial de la Mujer Palestina, en conmemoración de aquel primer congreso celebrado en Jerusalén hace casi un siglo, y en reconocimiento a su papel histórico y contemporáneo en la construcción de la sociedad y en la continuación de la lucha nacional.
En este día, se organizan en Palestina y en el extranjero actividades nacionales y culturales que presentan las historias de mujeres palestinas que han ofrecido al mundo ejemplos brillantes en la medicina, la ciencia, el arte, la política, la educación y el trabajo humanitario.
Pero la celebración de este día no se limita solo a Palestina: es también una ocasión mundial para reflexionar sobre el verdadero significado de la fuerza.
Cuando hablamos de la mujer palestina, no hablamos únicamente de sufrimiento, sino de una capacidad única para levantarse a pesar del dolor. Es la mujer que, cuando su casa es destruida, edifica una patria con sus palabras. Cuando su esposo o su hijo son arrestados, sigue adelante con una sonrisa que desconcierta a la opresión.
Es la mujer que nació en el corazón del conflicto pero eligió portar la bandera de la paz, porque cree que la justicia y la paz son inseparables, y que la libertad sólo se conquista con paciencia y fe en la verdad.
Al dirigirnos al querido pueblo español, decimos que este día no es solo una fecha palestina, sino un mensaje humano universal.
Un mensaje de la mujer palestina a todas las mujeres del mundo: que la dignidad no se compra, se conquista; y que la esperanza no muere mientras haya corazones que laten con la determinación de vivir.
La mujer palestina es el verdadero rostro de Palestina: en sus ojos lleva la historia de la tierra, en su voz el ritmo de la libertad, y en sus pasos lecciones de firmeza. Ella demuestra que la resistencia no es solo con las armas, sino también con la palabra, la educación, la creatividad y la insistencia en que el mañana será más hermoso, por oscuro que sea el presente.
En su día, rendimos el más grande homenaje a cada mujer palestina, dentro y fuera de la patria: a cada luchadora, prisionera, madre, intelectual y creadora.
La honramos porque sigue sembrando esperanza en una tierra sedienta de paz, y recordamos al mundo que la libertad no es un privilegio, sino un derecho fundamental.
El Día de la Mujer Palestina no es simplemente una fecha en el calendario, sino la historia de una nación contada por la voz de una mujer que no se ha quebrado pese a todo.
Es el espejo que refleja el verdadero rostro de Palestina: fuerte, puro y lleno de determinación por aferrarse a su derecho a la vida.
Y que cada año las mujeres de Palestina posean la libertad como poseen la fuerza, y sigan creando esperanza como siguen haciendo historia.


